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Entrevista con Conchita – “Tengo la voz que tengo, pero no soy Santa Conchita”

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Se le pudo dar por desaparecida (musicalmente hablando) después de haber estallado con un primer disco titulado “Nada más” (EMI, 2007), pero como vino… se fue. Conchita editó un segundo LP bajo el título de “4.000 palabras” (EMI, 2009) que no conoció casi el éxito. ¿De quién sería la culpa? La autora no compone para un disco, sino que compone canciones por el placer de hacerlo, algo a tener en cuenta sabiendo que la joven llevaba más tablas que disco entre pecho y espalda. Después de un largo silencio, ahora vuelve renovada con “Zapatos nuevos” (EMI, 2012). ¿Qué ocurrirá? Tenga lo que tenga que venir, Conchita no teme al fracaso.

¿Crees que la gente se ha olvidado de ti? Comercialmente hablando.
No lo sé, tampoco me lo planteo. Yo creo que tuve un momento en el que me escuchaba mucho, quizá demasiado, y a veces eso da mucho miedo porque puedes convertirte en una moda y que se pase.

A eso iba.
Claro. Creo que mis seguidores de verdad -y la gente que me ha escuchado- ha comprado el disco porque les ha gustado y porque les gusta la música. Pero también hay quien viene y quien va… eso si se enteran de que he sacado disco. Pero a los que les gusta de verdad estarán ahí y eso es lo que me llevo.

En cambio, el EP que sacaste con Álvaro Urquijo y Bebe [“Tocando madera”] ha pasado totalmente desapercibido.
Mejor, porque tampoco era una cosa a la que le quisiera dar mucho bombo, sino que fuese algo que estuviera entre el segundo y tercer disco porque estaban los temas que sobraron. Yo no compuse para hacer ese EP, sino que hice las colaboraciones con Álvaro Urquijo y con Bebe para incluir los temas que me hubiera gustado meter en los dos discos pero que por repertorio no entraron para no hacerlos muy largos. Fue como un regalo para la gente. Sin más. El primer y segundo disco salieron muy juntos, así que sacar el EP era demasiado.

Pero te diste un tiempo, ¿verdad?
Hice una pausa de tres años, cierto. Tenía pendiente darles algo, pero nada más.

Además de una pausa discográfica, también resultó ser un receso de los escenarios.
Sí. Saqué el siguiente disco, giré ese mismo año y poco más. Pero después paré un año y pico de aquello.

¿Por salud mental?
Sí. Me parecía que con el primero estuve sonando mucho y después el segundo pasó algo desapercibido. Creo que eso fue un error. Me estuve haciendo todas las ferias, auditorios… y pienso que hay un momento en el que hay que parar para que te pasen cosas y verlo todo con perspectiva. Pasó todo muy rápido.

Pero tocaste de manera “secreta”…
Claro, en garitos pequeños para quitarme el mono. Necesitaba parar.

¿Y ahora?
Ahora siento que la gente se ha enterado de que he sacado un nuevo disco, cosa que antes no pasaba.

Me imagino que el hecho de haber estado tanto tiempo sin sonar hace que te caigas de la ola.
Pero me da igual. Lo importante para mí es hacer buenos discos, no voy a ir corriendo para estar en la cresta de la ola, así tengan que pasar tres o seis años. Mientras hagas un buen trabajo, lo demás lo importa. Además, la gente no es tonta y sabe cuando has hecho un churro. Ya te digo, de nada sirve que hablen de ti si no haces un buen trabajo.

¿Cuánto has trabajado para “Zapatos nuevos”?
Mucho. En este tiempo de parada llegué a tener treinta y pico temas. Me he currado mucho la portada y el video, algo que no hice con el primer disco porque no estuve tan encima. Claro que también vas aprendiendo con el tiempo… Mira, he hecho un disco con el que estoy muy feliz, pero si hubiese salido hace año y medio habría resultado ser un churro debido a que no había tanto material donde elegir.

¿Y qué ha pasado con las canciones restantes que se han quedado fuera?
Las tengo en casa (risas). No creo que salgan. Puede que algún día salga alguno en plan rareza, pero nunca compongo para un disco. No me funciona, aunque hay gente a la que sí. Muchas veces me preguntan si no tengo la presión del primer disco, pero es que ni me lo planteo porque es que no compongo para hacer un disco, voy haciendo canciones y no me planteo si son tristes o si son alegres. Pero en el momento de elegir sí que busco que tengan sentido para que defina un poco lo que he sentido en estos tres años.

¿Te refieres a algo autobiográfico?
Bueno, en mi caso me resulta más fácil escribir sobre cosas que me pasan, pero hay otras personas a las que les resulta más fácil escribir sobre un armario, por ejemplo, que sería lo suyo. Pero a mí me tiene que tocar la fibra de alguna manera. Entonces, para escribir te tienen que pasar cosas, eso de primeras, porque si no te pasara nada… no podrías pensar más allá de lo que vives, que fue algo que me pasó con “Nada más”.

Siempre puedes caer en esa vorágine de vivir gira-disco, distorsionando la realidad.
¿Tu crees? (Risas). Bueno, es algo que no me ha pasado. ¡Todavía no me ha pasado!

Aunque ‘La chica cursi de la radio’ sí que es muy autobiográfica.
Sí, lo es. Es muy autobiográfica.

Y hasta mucho de satírica.
Sí. Me hace gracia la imagen que mucha gente tiene de mí. Yo soy muy tímida y eso no queda bien en los medios, como en una tele. O sí, no lo sé. Pero es que no lo puedo evitar y termino metiendo la cabeza como si fuese una tortuga. Entre eso y mi nombre, que es un diminutivo, pues… ¡Fíjate! Si pudiera volver para atrás igual lo cambiaba.

¡María Concepción!
¡Es horrible! (Risas)

Bueno… parece que no te ves. Aunque podrás llamarte así cuando tengas sesenta y pico palos.
¡Mi madre se llama Conchita, tío! Y mi abuela también… Es algo que está en la familia pero que yo voy a cortar en seguida. Creo que todo eso da una imagen como de fragilidad y melancolía. Que está bien, pero tampoco tanto. Tengo la voz que tengo, pero no soy Santa Conchita. Pero si escuchas este nuevo disco de cabo a rabo verás que no hay fragilidad y tampoco ingenuidad. Tampoco lo había en el primero. Lo que pasa es que terminan uniendo todo eso y a mí no me ha quedado otra que reírme de mí misma en ‘La chica cursi de la radio’. Me hace gracia, en realidad.

Creo que fuiste un poco pionera en eso de “las cantautoras”, aunque mientras otras compositoras eran más “indies”, tú eras considerada como la mainstream.
Sí, ¿pero sabes cuál es la movida? Yo lo he pensado mucho; estás tocando hasta que un día empiezas a tocar en las radiofórmulas. Entonces ya no eres “indie”, sino otra cosa, ¿sabes? Igual si no hubiera sonado… Pero para que veas hasta qué punto eso es o no es de verdad. Al final haces canciones, tío, y suenas por cosas de la vida en un sitio o en otro, pero de repente la gente tiene una opinión sobre ti y se crea un prejuicio. Es muy fácil caer en ese prejuicio porque a veces te equivocas.

Pero antes hemos dicho que la gente no era tonta.
Y no lo son, claro, pero eso necesita tiempo. Si te ponen muchas veces al día una imagen, terminas creyéndotelo, pero igual puedes ver que hay más y que incluso te puede gustar. A los que nos gusta la música nos encanta estar buscando discos y canciones o hablar de música con otras personas, pero piensa que también puedes irte a comprar unos zapatos y que de fondo suena una canción.

Por cierto, ¿es un 39 lo que gastas de pie? Lo digo porque ese número aparece en una esquina de la portada.
(Risas) No, gasto un 40, es que soy muy alta. ¡Eres el primero al que se lo digo! Y eso que me lo preguntan todo el rato.

¿Hay más honestidad en “Zapatos nuevos” con respecto a los anteriores?
No. Creo que si ahora mismo tuviera los temas del primer disco, lo haría y lo produciría de otra manera, seguro, pero en ese momento escuchas lo que yo era, pues tocaba en garitos, la voz estaba más arriba, los instrumentos arropando… pero porque en ese momento era lo que me apetecía. Ahora quiero otra cosa, así que hablé con otro productor pensando en que sería más fácil llegar hasta ahí, así que he hecho el disco con el que me identifico hoy. Puede que dentro de cinco años te diga otra cosa, pero ahora te digo que los tres son muy sinceros. Incluso he tenido mucha suerte porque nadie me ha dicho nunca nada en lo artístico. Si en algún momento la he cagado, la he cagado yo sola.

Pablo Cebrián ha producido este disco, pero Juan Luis Giménez, el anterior productor, aparece en este nuevo disco, solo que tocando la guitarra.
Es que me daba mucha pena desprenderme de Juan Luis. Es un capo, te puede gustar o no su sonido, pero es un tipo que sabe lo que hace. Que alguien toque tus canciones es como si te vieran desnudo, y eso da mucho miedo. Tomé esta decisión de cambio porque me apetecía trabajar con otra gente y en otro estudio, pero también depende la relación y el feeling que tengas con la otra persona. Así que ahora quería empezar de cero con otra persona, pero llamé a Juan Luis para que pudiera tocar la guitarra en este disco.

Rollo “él no lo haría, ¿no? Ya sabes, el perro con cara de pena en una carretera solitaria.
(Carcajada) No, joder… tampoco es eso. Además, la gente que produce discos sabe perfectamente que no vas a grabar muy pocos o una carrera entera.

Pero tú tenías ese lazo con él.
Sí. Empecé grabando con él, incluso el EP que antes has mencionado. Pero hay veces en las que hay que jugársela.

¿Es, entonces, “Zapatos nuevos” el primer disco que siempre quisiste hacer?
No, porque mi primer disco me encanta y estoy muy orgullosa de él.

Pero lo decía porque antes has comentado que habrías hecho las cosas de manera distinta si hubieras podido.
Lo que digo es que si ahora cogiese esos temas, lo haría de otra manera porque he crecido y he madurado como cualquier otra persona. En aquel momento era eso lo que sentía. Me escucho y me veo como era hace cinco años.

Pues menos mal. Por norma general, el primer disco suele ser el que peor envejece.
Es verdad, pero yo he tenido suerte de que no fuera así. Pero ya te digo, no lo habría hecho de otra manera. Es como cuando te ves en una foto de pequeño y ves que está todo bien porque te encuentras rodeado de tu familia y todo en su sitio. Pues igual, ahora eres diferente, pero eso que estás viendo en la foto es lo que correspondía por la edad. Pero también te digo que si ese primer disco lo hubiera hecho ahora no sería honesto.

A eso iba, pues ‘La guapa de la fiesta’ no tiene la etiqueta típica del sonido “cantautor”. De hecho, tiene bastantes programaciones.
Correcto, en el disco hay bastantes programaciones. Pero vamos, no quiero ese rollo de “cantautor” porque no pretendo ser eso. Y tampoco quiero sonar a “cantautor”.

Pero ojo, una cosa es el sonido y otra muy distinta el concepto.
Claro. Rosendo es un cantautor, por ejemplo, como dije el otro día en una entrevista, lo que pasa es que está el prejuicio este de la chica con su guitarra confunde y luego terminan etiquetándote como “cansautora”. Que tú compongas no significa que vayas a tener ese sonido de cantautor. El mensaje es muy importante, pero también la música; que la voz está más alta, que entre una cuerda por un lado, una batería bien tocada… o como si no se oyera mi voz. Quiero decir que la música es tan importante como la melodía de la voz.

¿Estaríamos ante el futuro disco instrumental de Conchita?
(Risas) No, todavía no he llegado ahí.

Por otro lado, también están ‘Vete’ y ‘Mira donde estoy’, que mantienen esa línea.
Para mí son las canciones que más me gustan del disco. ‘Mira donde estoy’ es un tema que me encanta por cómo lo hemos hecho. Y ‘Vete’ tiene una progresión que me encanta. En directo toco la batería en esa canción y me lo paso muy bien.

Sabemos cómo están las cosas, así que me pregunto si podrás llevar el mismo sonido del disco al directo.
Ya. Es complicado porque no hay pasta, te lo digo claramente, así que cuando te contratan no puedes llevar a toda la banda. Da rabia porque apetece mostrar el disco en directo tal y como es, por lo que procuro llevar siempre a toda la banda para que suena más cañero, incluso, que en el disco. También es cierto que este disco tiene más guitarra y no tanto piano como en los anteriores.

¿Compones sobre piano o sobre guitarra?
Yo los temas los compongo con guitarra, pero para empezar, Pablo es un gran guitarra, así que cuando mete un piano y una guitarra, se come las guitarras. Hay unas guitarras increíbles que llevan la voz cantante del disco, así que eso es lo que procuraré llevar al directo.

Llevar esa característica más cañera, ¿no?
Sí. Además, cuando toco ‘Nada que perder’ como que se cae un poco el concierto (risas) porque se va a otro rollo. Está bien porque la gente la canta, pero se nota que es otro sonido.

También está el problema de las malas acústicas. ¿Crees que la gente puede perderse muy buenos músicos por ese problema? Y te hablo ya en general.
No, pero es que creo que la gente no entiende muy bien lo que pasa. Dicen que se apuesta por acústicos, pero no es así, es que no queda otra. No puedes, porque si te pagan una cantidad con la que tienes que pagar músicos, furgoneta, cena… no llega. Ese dinero no cae del cielo.

Ni los músicos vivís del aire.
Claro. Yo intento cuidar eso, aunque tenga que ganar diez veces menos o no cobrar después de haber hecho un bolo de puta madre, cosa que he me ha tocado hacer. Pero sí, hay músicos que lo están pasando muy mal. En nuestro caso, el teclas es el que se queda cuando no llega el dinero. Unas veces le ha tocado al guitarra, pero ahora le ha tocado a él.

¿Llegarías a tocar sin cobrar después?
He tocado muchas veces sin cobrar, pero siempre y cuando cobrasen mis músicos. El objetivo es sembrar, hacer algo muy de puta madre para que la gente se quede bien y vea lo bien defendido que está. Pero claro, puedo renunciar a cobrar un día, no siempre. Está también la autoestima porque esto es mi curro y soy yo quién saca todo eso adelante.

¿Y para quién quedaría esa buena obra? ¿Para el músico o para el público?
Me gusta pensar que cuando haces un buen disco, al final, se acaba descubriendo. Hay quien me ha escrito diciendo que tal canción no le gustaba, pero que después ha llegado a apreciarla, por lo que sea. Pero creo que los temas buenos se acaban descubriendo y no terminan en un cajón. No digo que mis temas sean los mejores, pero cuando crees en algo hay que defenderlo.

Pero el pelotazo no te asegura nada.
El pelotazo no asegura nada, efectivamente.

Pues el que escuche ’20 días’ se dará cuenta. Es el cilantro en la comida.
¡Sí! Es un tema que querían sacar de single, pero yo no estaba por la labor porque no refleja lo que hay en el disco. Es como una anécdota. En todos los discos hay un tema así. No es que sea de risa, pero me divierte cantarlo. Si me preguntaras por mis diez mejores canciones, esa canción no entraría. Pero si me preguntas por las canciones que más me divierten en directo, te diría que sí entraría. No es que esté muy orgullosa de la melodía y la letra que tiene, pero tiene que haber de todo.

La típica que se toca en acústico en una edición especial…
Sí. La canción empezó siendo algo parecido a Norah Jones, susurrada… y quedó muy bonita, aunque luego la escuchas en el disco y es otra cosa. No lo hice pensando en eso porque en mi cabeza tenía otra cosa. La empezamos de cero después de haberla hecho. Me encantaba así, pero quería transmitir buen rollo y mucha energía.


Texto: Charly Hernández
Fotos: Javier Salas

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